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El VLF y el VIF son dos de los virus más frecuentes en gatos, mientras que la PIF es menos frecuente, aunque es importante saber qué es. Cada enfermedad tiene distintos niveles de prevención y tratamiento. Descubre cómo controlar estas enfermedades.
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Vivir en refugios puede ser todo un desafío, puesto que los gatos con VLF deben vivir aislados de los otros gatos. Adoptar estos gatos y brindarles la oportunidad de vivir en un hogar con cariño y afecto es un verdadero acto de amor. El virus solo afecta a los gatos, por lo que pueden convivir con otros animales, como perros y conejos. Sin embargo, deben ser el único gato en el lugar o convivir con otros gatos que tengan el VLF. Además, deben permanecer siempre en el interior.
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Este retrovirus ácido ribonucleico (ARN) transmisible, que se descubrió por primera vez en la década de 1960, es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes en gatos y es muy contagioso. En Estados Unidos, afecta alrededor del 2 al 3 % de todos los gatos. Debido al desarrollo de vacunas efectivas y procedimientos de prueba, ha disminuido de forma considerable la incidencia del VLF en los últimos treinta años.
Hay una diversidad de infecciones y enfermedades que son consecuencia del VLF, puesto que inhibe de forma considerable el sistema inmunitario del gato. Entre ellas, se incluyen la anemia, la leucemia, la enfermedad renal y el linfosarcoma (cáncer). Los gatos infectados con el VLF pueden sufrir enfermedades graves causadas por bacterias, virus, protozoos y hongos típicos que no suelen afectar a los gatos sanos.
Alrededor del 30 % de los gatos expuestos al virus logran eliminar la infección en unos meses, incluso sin tratamiento. Pero es importante reconocer que, durante esos meses en que el gato porta el virus, sufre daños en el cuerpo que pueden causar otras enfermedades más adelante en la vida. Dos o tres años después de la infección, muere más del 50 % de los gatos con leucemia en la sangre.
A veces, no se presentan síntomas inmediatos en los primeros estadios de la infección con el VLF. El virus podría demorar semanas, meses o, incluso, años en afectar la salud de un gato infectado. Los gatos podrían experimentar ciclos recurrentes de enfermedad y buen estado de salud, o bien podrían empeorar de forma progresiva.
El virus es miembro de la subfamilia de retrovirus de los lentivirus. Se detectó por primera vez en la década de 1980, y afecta solo a gatos. Ataca y afecta el sistema inmunitario de los gatos, por lo que los hace más susceptibles a otras infecciones. El VIF es una enfermedad infecciosa en todo el mundo, pero es poco frecuente en gatos. Hay pruebas de exposición al virus en solo el 1 al 5 % de los gatos.
No hay cura para el VIF y, según se sabe, la infección es permanente. Con cuidados apropiados y soporte inmunitario, muchos gatos infectados con el VIF logran alcanzar una longevidad promedio.
Los gatos infectados con el VIF pueden vivir de manera normal durante años antes de que algo eventualmente afecte sus sistemas inmunitarios. Puede ser cualquier virus, bacteria, protozoo u hongo generalmente inofensivo presente en el entorno diario. Por lo tanto, los signos típicos del VIF suelen deberse a otras infecciones que no tienen cura. Muchos de estos signos son inespecíficos.
La PIF es una cepa mutada del coronavirus felino. Por lo general, la mayoría de las cepas de virus se encuentran en el tubo digestivo (se denominan coronavirus entérico felino), pero no causan una enfermedad grave. Sin embargo, la PIF es una enfermedad progresiva y mortal por acción del sistema inmunitario que ocurre cuando hay una mutación del coronavirus entérico. El resultado es una reacción inflamatoria en los vasos y tejidos donde hay células infectadas. Las ubicaciones frecuentes son el abdomen, los riñones y el cerebro. El porcentaje de gatos que realmente desarrollan PIF (solo alrededor del 5 al 10 % de los gatos infectados con el coronavirus entérico felino) es reducido si consideramos que la cantidad de gatos con anticuerpos contra el coronavirus felino es de hasta un 50 % de la población general.
Nota: Este coronavirus felino no tiene ninguna relación con el virus de la COVID-19 que afecta a los seres humanos.
Por lo general, los síntomas iniciales que se observan son inespecíficos. Pueden incluir desgano, pérdida o ausencia de apetito, pérdida de peso, inactividad y fiebre en constante cambio. Suelen aparecer otros síntomas al cabo de varios días o semanas del período inicial.
La mayor parte del tiempo en que los gatos están expuestos al coronavirus felino —ya sea por ingestión o inhalación de secreciones bucales/nasales o heces—, pueden desarrollar una respuesta inmunitaria. Esta respuesta los protege contra enfermedades o síntomas. Por desgracia, la muerte es inevitable en gatos que no desarrollan una respuesta inmunitaria y en quienes progresa la enfermedad.
El VLF es muy contagioso. Se transmite a través de los líquidos del cuerpo, como saliva, secreción nasal, orina, heces y leche de progenitoras infectadas. También es posible que se transmita a través de la placenta en gatas preñadas. Hay varias formas de transferencia de gato a gato.
Puede resultar infectada cualquier raza de gato, pero suele observarse en gatos de uno a seis años. No obstante, pueden infectarse al nacer o al amamantar. Los gatitos presentan mayor riesgo que los adultos en caso de exposición. Parece que la resistencia al virus aumenta con la edad.
Las hembras parecen infectarse con menos frecuencia que los machos. Se cree que los machos, en especial los que no están castrados, suelen pelearse con más frecuencia que las hembras. La exposición a gatos de exterior también puede aumentar el riesgo de infección.
Es posible que un gato expuesto al VLF no desarrolle una infección persistente, por lo que se enmascaran los síntomas. Por lo tanto, un gato no infectado puede infectarse si entra en contacto con un gato nuevo que se incorpora en la casa. Antes de permitir que entre en contacto con los gatos residentes, es necesario analizarlo.
El virus está presente en la saliva y se transmite a través de heridas por mordedura. Los gatos no suelen infectarse por contacto casual con otro gato, porque el virus no sobrevive mucho tiempo fuera del organismo del gato.
Además, el virus puede propagarse por contacto con sangre infectada. Si ingresa sangre infectada en el organismo de un gato a través de una herida o por transfusión sanguínea, hay riesgo de contagio. El aseo mutuo y el uso compartido de cuencos no parece propagar la infección entre gatos. La enfermedad puede transmitirse durante el embarazo, aunque es muy poco frecuente. Hay mayor riesgo de infección en gatos recién nacidos si la progenitora se infecta durante la gestación.
La infección es permanente. Pero el animal podría no manifestar signos de la enfermedad durante semanas, meses o años. La enfermedad ataca el sistema inmunitario del gato. Si un virus, una bacteria, etc., afecta el sistema inmunitario, se enfermará el animal.
Los machos sin castrar que tienen acceso al exterior suelen infectarse con más frecuencia, porque tienen más probabilidades de pelearse con otros gatos.
Si bien pueden resultar infectados gatos de todas las edades en cualquier región del planeta, la enfermedad es más frecuente en gatos menores de dos años. La PIF podría ser más frecuente en las siguientes razas: Abisinio, Bengala, Birmano, Himalayo, Ragdoll y Devon rex. También parece haber mayor prevalencia de la enfermedad en casas con varios gatos, refugios y guarderías. El estrés que causa una cirugía y otras infecciones parece predisponer a los gatos a sufrir PIF.
El virus está presente en las secreciones nasales y orales, las heces y, posiblemente, la orina. Los gatos podrían infectarse por ingestión o inhalación mientras están en contacto estrecho con otro gato. Por lo general, los gatos pueden transmitir el virus durante unos meses. Pero hay un pequeño porcentaje de gatos que pueden contagiar el virus de por vida. El virus no suele sobrevivir más de 24 a 36 horas en el medio ambiente.
Por el momento, no hay cura para la infección por el VLF. El veterinario te indicará medicamentos para tratar las infecciones secundarias como consecuencia de la enfermedad. Por lo general, no se requiere hospitalización, pero, si tu gato tiene una infección grave u otras complicaciones (como deshidratación), podría ser necesario hospitalizarlo. Si tu gato desarrolló cáncer como consecuencia del VLF, el veterinario podría recomendar quimioterapia.
Es importante que el veterinario examine a tu gato cada seis meses. El objetivo es prevenir complicaciones por el virus y también identificar problemas de manera oportuna. El veterinario podría recomendar una limpieza dental o una extracción de diente, puesto que las infecciones dentales pueden causar complicaciones. Si tu gato manifiesta signos de enfermedad, llévalo de inmediato al veterinario para que lo examinen.
Es importante mantener a tu gato en tu casa. Suminístrale una dieta apropiada. Si tiene diarrea, daño renal, etc., como consecuencia del VLF, tu gato podría necesitar una dieta especial. Consulta con el veterinario para ver si es posible incorporar suplementos en la dieta para fortalecer el sistema inmunitario de tu mascota.
No hay cura para el VIF, pero tu gato puede llevar una vida normal y saludable si recibe los cuidados apropiados. Una vez que el veterinario diagnostique a tu gato, esto es lo mejor que puedes hacer:
Asegúrate de llevarlo al veterinario no bien detectes el primer signo de enfermedad, para poder iniciar un tratamiento intensivo y oportuno. Si tu gato desarrolla una o más enfermedades debido a una infección, o si tiene fiebre continua con pérdida de peso, puede tratarse de un indicador de menor recuperación y sobrevivencia.
Cada vez que se enferma tu gato, es fundamental llevarlo al veterinario para una revisión. No hay pruebas de rutina para confirmar un diagnóstico de PIF. El veterinario solo indicará un análisis si tiene pruebas suficientes para pensar que la causa de la enfermedad es una PIF en función de los signos clínicos. No hay cura para esta enfermedad. Si tu gato desarrolla nuevos síntomas durante el tratamiento, comunícate con el veterinario. A veces, los cuidados paliativos pueden mejorar la calidad de vida de tu gato y, tal vez, ayudarlo a vivir más tiempo. Debes analizar las mejores opciones de tratamiento disponibles para tu gato. Por desgracia, la PIF es mortal en casi todos los casos.
La rapidez con que mejore tu gato depende del grado de la enfermedad causada por el VLF y de las complicaciones secundarias. En estos casos, es útil una terapia de apoyo, como la administración de líquidos y suplementos nutricionales, además de medicamentos. Por lo general, deberías notar una mejoría al cabo de una a dos semanas. Cuando comience a mejorar tu gato, el veterinario podría recomendar tratamientos adicionales, como limpieza dental y extracciones, para mejorar aún más el estado de salud de tu gato.
La mayoría de las infecciones bacterianas secundarias puede tratarse de forma efectiva con medicamentos, y tu gato debería sentirse mejor al cabo de una semana. Sin embargo, la mejoría suele ser temporal, porque suelen aparecer nuevas infecciones.
Debido a que esta enfermedad suele ser mortal, las mejorías son breves.
Es importante supervisar a tu gato de forma estricta si tiene una infección grave. Tendrás que comunicarte de forma sistemática con el veterinario. La mayoría de los gatos deberían eliminar la infección al cabo de una semana. Si no observas una mejoría al cabo de la primera semana durante el cuidado de tu gato, comunícate con el veterinario.
Si se agravan los síntomas de tu gato o desarrolla nuevos signos, o bien no comienzan a resolverse unos días después de haber iniciado el tratamiento, es importante que te comuniques con el veterinario. Recuerda que, debido al VIF, tu gato tiene un sistema inmunitario muy débil, por lo que es difícil combatir una infección. Necesitan atención de apoyo.
Por desgracia, esta enfermedad es mortal. Si tu gato empeora de alguna forma después de haber mejorado un poco, comunícate con el veterinario.
No siempre es posible prevenir el VLF, pero puedes adoptar algunas medidas para reducir la probabilidad de que se infecte tu gato y para protegerlo (si ya está infectado).
Si adoptas un gatito o un gato de la calle, asegúrate de que el veterinario le haga un análisis para detectar si tiene el VLF. Si el resultado es negativo, asegúrate de vacunarlo contra el VLF. Aunque vacunen a tu gato, se recomienda mantenerlo dentro de tu casa y evitar el contacto con otros gatos (de interior o exterior). Si tu gato vacunado está expuesto a un gato infectado con el VLF, asegúrate de informárselo al veterinario, porque podría ser necesario volver a analizarlo (el análisis se lleva a cabo treinta días después de la exposición). Además, si vas a incorporar otro gato en tu casa, asegúrate de aislarlo de los demás hasta que lo hayan analizado.
Si el resultado es positivo para el VLF, mantenlo dentro de tu casa y, de ser posible, aislado de los otros gatos sanos no infectados. Es fundamental fortalecer el sistema inmunitario de tu mascota con suplementos y una alimentación saludable. Asegúrate de suministrarle un excelente cuidado dental. Asegúrate de que el veterinario revise a tu mascota una o dos veces al año y de que le haga un análisis de laboratorio para garantizar que esté sano. Siempre supervisa a tu gato de forma estricta para detectar cualquier signo de enfermedad y, en caso de notar alguno, solicita atención veterinaria de inmediato.
La mejor forma de prevenir que un gato sano se infecte con el VIF es castrarlo o esterilizarlo, y asegurarte de mantenerlo dentro de tu casa de forma estricta. Si se incorporan nuevos gatos en tu casa, asegúrate de aislarlos hasta que los hayan analizado y vacunado por completo. Además, asegúrate de que no tenga parásitos, como pulgas o parásitos intestinales.
Si tu gato ya está infectado con el VIF, lo más importante es protegerlo contra otras infecciones. Al igual que con el VLF, suminístrale apoyo inmunitario con suplementos y una alimentación saludable. Debido a que el intestino cumple una función muy importante en el sistema inmunitario de un animal, se recomienda administrarle pre- y probióticos. Asegúrate de llevarlo al veterinario y de que le realicen una limpieza dental de forma periódica. La salud dental es fundamental para la prevención de otras enfermedades. Asimismo, supervisa de forma estricta cualquier signo de enfermedad y lleva a tu gato al veterinario de forma oportuna si notas algo.
Por último, al incorporar un gato nuevo en tu casa, donde vivía un gato infectado con el VIF, es fundamental desinfectar todo de forma apropiada. Los gatos con el VIF suelen tener otras enfermedades infecciosas que pueden estar presentes en tu casa. Por lo tanto, limpia y desinfecta de forma apropiada todos los cuencos, la ropa de cama, las cajas de heces y los juguetes. Pídele al veterinario que te recomiende productos de limpieza, pero el cloro diluido funciona bien (cuatro onzas de cloro por cada galón de agua). Además, asegúrate de pasar la aspiradora a todas las alfombras y de trapear el piso.
La única forma de prevención es evitar la infección con el coronavirus entérico felino. El problema es que el coronavirus entérico está presente prácticamente en cualquier parte.
En esencia, la mejor forma de proteger a tu gato es mantenerlo saludable fortaleciéndole el sistema inmunitario. Asegúrate de suministrarle una alimentación saludable, ayudarlo a mantener el peso corporal ideal y protegerlo de otros tipos de infecciones (como el VLF, el VIF, el calicivirus, etc.). Limpia y desinfecta las cajas de heces de forma periódica. También se recomienda mantener los cuencos de comida y agua alejados de las cajas de heces (especialmente si no tienen tapa).
Siempre aísla a los gatos que incorpores en tu casa hasta haberlos vacunado y analizado (VLF y VIF), y hasta saber que no tienen ninguna enfermedad.
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