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Tu gato tiene diabetes. Es una enfermedad permanente, pero puede controlarse, y tu gato puede vivir cómodamente.
En esta ficha de Pet InfoRx® te explicamos qué hacer, cómo hacer que tu gato se sienta más cómodo y cómo revertir los efectos de la diabetes (y, en algunos casos, hacer que la enfermedad entre en remisión).
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La diabetes tipo 2 puede ser consecuencia del sobrepeso del gato. La mayoría de la comida seca está repleta de carbohidratos. No es que los gatos no puedan digerirlos, pero suelen sentirse mejor con una dieta con un contenido elevado de proteínas y grasas.
Para la mayoría de los gatos, la combinación ideal de macronutrientes es alrededor del 50 al 60 % de proteína, del 30 al 40 % de grasa y menos del 10 % de carbohidratos. Una dieta con este tipo de proporciones puede ayudar a prevenir y combatir la obesidad en gatos.
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Los gatos tienen diabetes mellitus cuando el cuerpo ya no produce insulina o no responde a esta hormona. La insulina se encarga de procesar la glucosa (un azúcar presente en la sangre). Por lo tanto, se generan niveles elevados de glucosa. Esto causa una enfermedad grave en tu gato.
Los gatos con diabetes suelen tener más hambre y sed, y orinar más. Además, pierden peso a pesar de tener más hambre. Algunos gatos podrían experimentar desgano o vómitos, o incluso adoptar una postura extraña sobre sus patas traseras (conocida como plantígrada debido a daños en los nervios). Algunos de los primeros signos que observan los dueños de gatos es que el animal bebe más y orina más en la caja de heces.
La causa de esta enfermedad depende del tipo de diabetes que tenga tu gato. Al igual que en seres humanos, los gatos pueden padecer diabetes tipo 1 o tipo 2, aunque la mayoría de los gatos sufren el tipo 2.
En la diabetes tipo 1, los gatos no producen suficiente insulina.
En la diabetes tipo 2, los gatos no responden de forma apropiada a la insulina, generalmente como consecuencia de una dieta deficiente o por sobrepeso.
Esta enfermedad es más frecuente en gatos machos castrados con sobrepeso mayores de ocho años. Son más propensos a sufrir esta enfermedad los gatos que siguen una dieta con un contenido elevado de carbohidratos y que tienen sobrepeso por sobrealimentación o golosinas/comida de mesa excesivas. Además, los gatos birmanos también parecen presentar mayor riesgo en general.
Respeta las instrucciones del veterinario sobre la administración de medicamentos (si le receta a tu gato) y la dieta (es tan importante como lo anterior). A algunos gatos les recetan insulina inyectable, mientras que otros podrían tomar algún medicamento por vía oral o solo seguir una dieta.
La dosis exacta de insulina que necesita tu gato suele determinarse en un par de semanas. Tendrás que supervisar el apetito de tu gato de forma estricta y observar cuánto come, puesto que solo debes administrarle insulina una vez que ha comido (para evitar una concentración de glucosa elevada en la sangre). También tendrás que supervisar cuánto líquido beben y cuánto orina.
El veterinario podría pedirte que le controles el nivel de glucosa en el hogar. En función del estado específico de tu gato, podrías tener que utilizar una caja de heces especial, colocar tiras especiales en la caja o incluso utilizar un glucómetro de uso doméstico para medir el nivel de glucosa en una muestra de sangre. Algunos veterinarios pueden colocar un sensor temporal durante siete a diez días en la piel del gato para registrar el nivel de glucosa en tiempo real a través de un teléfono inteligente.
La mayoría de los gatos diabéticos deben volver al consultorio del veterinario para un análisis de sangre de seguimiento al menos una vez después de haber iniciado el tratamiento con insulina o de haber comenzado la dieta.
Lo mejor que puedes hacer es administrarle los medicamentos y seguir la dieta indicada por el veterinario, además de supervisar a tu gato para determinar cuánto come, bebe y usa la caja de heces. Debido a que sentirá más sed, asegúrate de facilitarle abundante agua fresca y fría. Si se limita la ingesta de líquidos, un gato diabético podría sufrir deshidratación grave.
También debes pensar en limpiarle la caja de heces a diario y considera agregar otra caja de heces para asegurarte de que siempre tenga un lugar limpio y seco para hacer sus necesidades. Los gatos pueden ser quisquillosos y prefieren un baño limpio. Debido a que es probable que utilicen la caja con más frecuencia, se recomienda colocar otra (no solo cuando están enfermos). Les encanta tener la opción de elegir qué caja de heces de usar.
Deberías notar que tu gato tiene menos hambre y sed, y que orina menos. Podrías notar que tu gato está más activo y que se siente más a gusto consigo mismo.
Si tu gato tiene sobrepeso, podría comenzar a perder peso. Es importante pesar a tu gato de forma periódica para asegurarte de que no pierda peso muy rápido. Además, tú y el veterinario podrán asegurarse de estar administrándole la dosis de insulina apropiada en función del peso corporal.
Si, en algún momento, tu gato está débil, desganado o inestable (como si estuviera borracho), frótale las encías con Karo o jarabe de maíz, y llévalo al veterinario de inmediato. Este es un signo de que tiene un bajo nivel de azúcar en sangre. Si tu mascota tiene diabetes, es bueno tener Karo o jarabe de maíz en la alacena (por si acaso).
Si tu gato actúa con normalidad, pero todavía tiene hambre o bebe u orina demasiado al cabo de dos semanas, infórmale al veterinario (porque podría ser necesario ajustarle la dosis de insulina o la terapia en general).
En algunos casos, la diabetes puede “revertirse”, lo que significa que tu gato ya no necesitará insulina. De ser así, es importante respetar el plan de alimentación recomendado por el veterinario o la dieta indicada para mantener un peso saludable.
El veterinario puede asesorarte sobre los niveles de proteína y carbohidrato para tu gato si vuelve a un plan de alimentación común o una cantidad específica si requiere alimentos recetados.
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